Equinoccio dorado
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Somos parte de un mundo que es más inmenso que nosotros. Hay patrones y rutinas que propician que nuestra vida florezca, descanse, tome fuerzas y renazca. Así ha sido por siglos enteros. Somos parte de una energía colectiva más grande, más radiante, más compleja.
El sol, la luna, los elementos y las estaciones danzan a nuestro alrededor, entregando así el palpitar de la vida que se convierte en un movimiento continuo, infinito; un ritmo sagrado.
El equinoccio de septiembre acaba de iniciar; un capítulo perfumado de las últimas hojas, flores y frutos de la naturaleza; donde los cielos comienzan a permanecer tranquilamente templados, el día y la noche se balancean comenzando paulatinamente a teñir las tardes de oscuridad más pronto que otros días. Aromas nuevos pigmentados de tono madera; colores verdes, terracotas, cobres, azules y rojizos.
Las altas temperaturas del verano comienzan a ceder y poco a poco la melancolía se siente en el viento, un presentimiento que anuncia la llegada reconfortante de la gelidez decembrina.
Nos encontramos en esa transición, donde el sol se distancia por un lapso a brillar en otras orillas, en otros rostros. La nostalgia empieza a pasear en el aire, se mezcla con el café de la mañana y te recuerda su presencia con el sonido de las hojas secas, con el viento estirándose impetuoso y la neutralidad de las tardes.
El otoño es una estación maravillosa. Trae consigo emociones muy profundas y serenas. Es un espacio de balance, reflexión. Introspección. Un momento para ti. Un momento para todo.
Que la mística acompañe la creación de memorias doradas de esta temporada. Que aquel trago que deleitarás con tu persona favorita abrace tu pecho y te llene de calidez; que las pláticas sean amenas, fluidas y sin prisas. Date el tiempo de deleitar la experiencia de un tequila reposado que te acompañe en este viaje de cambio y transformación, en esta etapa tan reconfortante que solo el equinoccio de oro podrá entregarnos.
El sol, la luna, los elementos y las estaciones danzan a nuestro alrededor, entregando así el palpitar de la vida que se convierte en un movimiento continuo, infinito; un ritmo sagrado.
El equinoccio de septiembre acaba de iniciar; un capítulo perfumado de las últimas hojas, flores y frutos de la naturaleza; donde los cielos comienzan a permanecer tranquilamente templados, el día y la noche se balancean comenzando paulatinamente a teñir las tardes de oscuridad más pronto que otros días. Aromas nuevos pigmentados de tono madera; colores verdes, terracotas, cobres, azules y rojizos.
Las altas temperaturas del verano comienzan a ceder y poco a poco la melancolía se siente en el viento, un presentimiento que anuncia la llegada reconfortante de la gelidez decembrina.
Nos encontramos en esa transición, donde el sol se distancia por un lapso a brillar en otras orillas, en otros rostros. La nostalgia empieza a pasear en el aire, se mezcla con el café de la mañana y te recuerda su presencia con el sonido de las hojas secas, con el viento estirándose impetuoso y la neutralidad de las tardes.
El otoño es una estación maravillosa. Trae consigo emociones muy profundas y serenas. Es un espacio de balance, reflexión. Introspección. Un momento para ti. Un momento para todo.
Que la mística acompañe la creación de memorias doradas de esta temporada. Que aquel trago que deleitarás con tu persona favorita abrace tu pecho y te llene de calidez; que las pláticas sean amenas, fluidas y sin prisas. Date el tiempo de deleitar la experiencia de un tequila reposado que te acompañe en este viaje de cambio y transformación, en esta etapa tan reconfortante que solo el equinoccio de oro podrá entregarnos.